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“Nueva normalidad”: ¿De qué estamos hablando?

 

  

Lecina Fernández, Psicóloga Clínica, 10 de junio de 2020

“Nueva normalidad” es un concepto tan chocante como hablar de “Agua seca”. ¿Qué es eso? ¿Es posible? ¿Existe? ¿Qué es normal? ¿Cuándo podemos decir que una cosa u otra es normal? 

Una sorpresa cuando estudiaba Psicología, fue descubrir que calificar lo normal o no,  no era únicamente con un criterio cualitativo, sino cuantitativo. Una forma de medir la normalidad en la sociedad que vivimos es por la frecuencia. Es decir, cuando algo ocurre con mucha frecuencia durante un tiempo  puede ser que pase a ser visto o considerado normal, aunque la cosa en sí no sea normal. Por ejemplo hace diez años salir a la calle con un pantalón vaquero roto o hace veinte años con el pelo de color verde o hace treinta con un móvil pegado en la mano no formaba parte de la conducta de las personas, era algo excéntrico o particular, pero empezó a aumentar la frecuencia  de personas que lo hacían y prolongarse en el tiempo, acomodándose a la vista, a las costumbres, hasta instaurarse y ser considerado normal.  Hoy hay pantalones vaqueros con más agujeros que tela, cabellos de todos los colores y personas que llevan dos o tres móviles como apéndices de sus manos y es considerado normal.

Frecuencia y tiempo han sido dos variables necesarias para el proceso de convertir un hecho o cosa en ser considerado normal a nivel individual o colectivo. Entonces ¿podemos hablar de “nueva normalidad” ante la situación que vivimos? ¿Se puede considerar “nueva normalidad” a una situación que no tiene tiempo, que acaba de surgir sin experiencia ni conocimiento previo ninguno?  ¿Se puede considerar “nueva normalidad” sin la variable frecuencia ni siquiera experiencia de conductas o protocolos de acción prácticos ni tan siquiera teóricos? Esta situación que vivimos no es normal, más bien es muy anormal, hasta el punto de que es la primera vez que la vivimos todos los que hoy estamos vivos.

“Nueva normalidad” es un concepto contradictorio en sí mismo, si es nuevo no es normal y si es normal no es nuevo, y peor aún, es engañoso, lleva a confusión conceptual y emocional. Es posible que haya surgido con el objetivo de calmar a las personas, de transmitir que de alguna manera todo sigue igual, pero el resultado es bien distinto, las personas perciben que hay algo que no encaja aunque no sepan conscientemente el motivo, desconcierta, y en lugar de calma puede transmitir inquietud. Puede dañar psicológicamente por ser incomprensible, creando por ejemplo sentimientos de impotencia y frustración al ser empujados a vivir lo anormal como normal. Puede dañar por ser estresante, provocando síntomas de ansiedad y depresión. Conductas que eran normales, ahora se han convertido de repente en una peligrosa amenaza contra la salud propia y de las personas que nos rodean.  La pandemia  Covid-19 ha provocado un gran cambio en la vida y estilo de vida de todos nosotros, de todo el planeta. Aunque algo así no es la primera vez en la historia de la humanidad, sí es la primera vez para todos nosotros.

Cuidado con las palabras, y en lugar de buscar “efectismo” busquemos cómo educar a las personas para aprender a enfrentarnos a esta situación nueva y anormal, para iniciar el nuevo camino con protección y seguridad que anime a seguir construyendo ilusiones, y que las nuevas conductas y protocolos que aprendamos los apliquemos, cada uno de nosotros, con la frecuencia y perseverancia necesaria para que con el tiempo se conviertan en hábitos y pasen a ser normales. Entonces ya podremos hablar de una nueva normalidad.

Lecina Fernández. Psicóloga Clínica.  www.lecina.es