Blue Jasmine

Share

Lecina Fernández. Psicóloga Clínica


Hay quien compara Blue Jasmine (2013), película escrita y dirigida por Woody Allen, con Un tranvía llamado deseo, obra de teatro de Tennessee Williams y llevada al cine por Elia Kazan (1951).  Es cierto que la trama es similar, pero no podría decir nunca que vista una vista la otra.
Blue Jasmine  nos muestra la miseria humana, envuelta en color, glamour, escenarios diferentes, amor sin amor, superficial, egoísta y desesperanza. Un tranvía llamado deseo nos muestra la crudeza y dureza del vivir de cada día. Rodada en blanco y negro otorga una gran importancia a las sombras -de luz y del alma- y a la decadencia, en un único escenario que engulle a los personajes como una espiral hasta el fondo de ellos mismos. Y una atmósfera asfixiante con poco espacio y el sofoco del calor y la humedad visible a través de las paredes cuarteadas, incluso podridas, y unos primerísimos planos de los personajes que hablan.
En Blue Jasmine los personajes huyen del esfuerzo, evitan y rechazan la frustración. Caminan de puntillas sobre la realidad para no hundirse en ella. Son personajes sin fuerza, poco perfilados. En Un tranvía llamado deseo los personajes navegan en un mar de frustración, reman con esfuerzo, en esa “carrera de ratas que es la vida” como dice Marlon Brando, su protagonista, para vivir desde la pérdida y la carencia.
Pero en las dos películas, el personaje protagonista Jasmine (interpretada maravillosamente por Cate Blanchett) y el de Blanche Dubois (interpretada por Vivien Leigh que ganó el Oscar con este papel) recurren a la ilusión y a las mentiras. No dicen la verdad, sino lo que para ellas debería ser la verdad, para sobrevivir.
Cate Blanchett en una entrevista reciente comenta que su personaje  Jasmine: “es el producto de todo el delirio y evasión que todos tenemos, hasta cierto punto, pero con el tiempo, se ha convertido en una soñadora a gran escala".
Y  en esa misma línea de ilusión y fantasía, el personaje Blanche Dubois dice en la película: “Soy un poco mentirosa. Al fin y al cabo el encanto de una mujer es la mitad ilusión. Pero si se trata de algo importante siempre digo la verdad”. O cuando en una escena le dice a su pretendiente: “Nos haremos la ilusión de que estamos en un café de París”, porque el escenario donde se encuentra no le gusta nada. Y en otro momento los espectadores también somos testigos de esta conversación:
Stanley (Marlon Brando) - Sólo busco realidades.
Blanche Dubois (Vivien Leigh) -  Yo no. Prefiero el mundo de la ilusión. Sí, sí, ilusión. Eso es lo que trato de dar a los demás falseando las cosas, no diciendo la verdad, embelleciendo la vida y si eso es un pecado que me castiguen por él.
Stanley (Marlon Brando) - Todo mentiras por fuera y por dentro.
El personaje recurre a la ilusión, en su acepción negativa, la que define ilusión como engaño, para no profundizar o sufrir su propia realidad.
Muy distante de esta ilusión está la ilusión en su acepción positiva la que nos permite: 1.Creer en los sueños. 2.Sentirnos capaces de diseñarlos. 3.Emprender conductas para perseguirlos. 4.Ser perseverante para conseguirlos. 5.Tener esperanza en lograrlos superando la incertidumbre y adversidades y 6. Con sentimiento de Ganas y Alegría durante el proceso: http://www.lecina.es/00-estudio-piloto                                                                                                          

¿Qué nos ofrece la última película de Woody Allen?
Además de disfrutar de la interpretación de Cate Blanchett (posiblemente reciba una nominación al Oscar) Blue Jasmine nos ofrece un abanico de temas muy interesantes para la reflexión:


-    La miseria del ser humano. Es la antítesis de la teoría y actitud americana del esfuerzo y  superación de uno mismo.
-    La evasión de la realidad. La confusión de la realidad con la fantasía. La posibilidad de reflexionar sobre la ilusión.
-    La ausencia de autoestima. No valorar las capacidades y el potencial que poseemos como personas. Relacionado con este apartado explica Cate Blanchett en una entrevista que su personaje Jasmine ha basado su vida "en escalar peldaños en el mundo mediante su relación con el hombre adecuado, y cree que todo depende del hombre al que te unas, y no de lo que puedas obtener por tus propios medios".
-    El rol de la mujer en la vida y en la pareja. Esto se ve en la historia Jasmine y en la subtrama de su hermana interpretada por Rally Hawkins.
-    El rol del hombre en la vida y en la pareja.
-    La aversión a la soledad. El ser humano a veces es capaz de pagar cualquier precio a costa de no estar solo.
-    El amor sin amor. Es visible en las sendas historias de amor de las dos hermanas.
-    El vacío permanente producido por las carencias afectivas vividas por las personas en su pasado.
-    El consumo de alcohol y psicofármacos como evasión de la realidad.
-    La importancia que da el personaje al peso de la  genética y de ahí la resignación.
-    Los esquemas asumidos por nosotros mismos. Nuestras autoetiquetas y con ellas la  autorresignación.
-    La tristeza y desesperanza. Emoción y actitud contraria a lo que entendemos, -en su acepción positiva-, a vivir con ilusión.

Muchos son los temas que están intrínsecos en esta última película de Woody Allen, que aunque no tiene la fuerza ni la intensidad ni la profundidad de la considerada obra maestra Un tranvía llamado deseo (obtuvo Premio Pulitzer 1948 en la categoría de Drama y la película 12 candidaturas a los Premios Oscar y ganó cuatro de ellos), sí tiene múltiples ingredientes para aliñar interesantes reflexiones, tal vez usted aún puede añadir alguno más a esta lista. Gracias y felicidades Wody Allen.
Les animo a ver la interpretación de Cate Blanchett, la naturalidad de Sally Hawkins y a esforzarnos en buscar la cara positiva de ilusión para vivir y construir nuestra realidad en nuestra propia película del día a día.